Pablo Toledo es el Director del Departamento de Coach Development y Proyectos Deportivos de Rush Soccer.
Tuve la suerte de ser invitado a esta conferencia realizada en Mérida, México, por el Director Técnico de Mérida Rush, Giancarlo Salazar Mejia.
Esto llamó mi atención enseguida, ya que los anfitriones fueron profesionales de gran renombre en mi país natal, Argentina.
Rubén Rossi fue un futbolista profesional, campeón del mundo Sub-20 en 1979, compartiendo equipo con Diego Armando Maradona, y bajo la dirección técnica del legendario César Luis Menotti. Luego de retirarse, se especializó en el entrenamiento de juveniles y se convirtió en el Director de las Divisiones Inferiores de algunos de los clubes más prestigiosos del país, como River Plate o Colón de Santa Fe.
Fernando Signorini, “El profe”, es un preparador físico, famoso por ser el ‘Personal Trainer’ de Diego Maradona por 12 años, incluyendo su etapa dorada en Nápoles. También ha trabajado con otros jugadores de clase mundial, como Sergio Agüero, Lionel Messi, o Juan Román Riquelme. Además, es el único preparador físico en la historia argentina que trabajó con los dos entrenadores que ganaron el Mundial: César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. Su popularidad también fue en el alza desde que apareció en el documental de HBO sobre la vida de Diego Maradona.
Actualmente, ambos son docentes en la escuela de entrenadores de César Luis Menotti, que certifica licencias A, B, C y Pro de Conmebol.
Lo que no esperaba era conocer personas tan amables e inteligentes, y poder desarrollar una amistad con ellos. Como estábamos en el mismo hotel, pasamos 4 días juntos. La mayoría de las cosas que aprendí, puedo contar felizmente, fueron a través de debates en el desayuno o la cena.
Rubén siempre hizo énfasis en destacar que el juego es el maestro, especialmente en las edades más bajas. “Si pudiera enseñarle a un jugador a jugar al fútbol, me pagarían 20,000,000 de dólares al año”, bromeaba. “Nadie puede enseñar cómo jugar, el juego lo enseña. Por eso no me llamo ‘Entrenador’, sino ‘Ayudador’, porque mi rol es facilitar, asistir… Luego, el juego enseña”.
Esto puede parecer un concepto básico, pero me demostró varias veces cómo, si está bien aplicado, condiciona todo lo que hacemos dentro del campo.
In the same intense manner, to also add a bit of humor, he would tell me: “Everything in soccer, and I learnt this from Menotti, is about the relationship between three concepts: Space, Time, and Deception. This is why I can’t stand seeing ‘coaches’ having their players slalom through cones and stating that they’re teaching dribbling skills. What are you talking about? There’s no dribbling without deception. The day somebody shows me how to deceive a cone I’ll retire from this career. You need a rival to work on dribbling, somebody you can deceive”.
Más tarde, expuso cómo su mentalidad tiene profundas injerencias en la forma en la que planifica un entrenamiento: “No digo que no se deba hacer jamás algo analítico (sin oposición), pero eso no puede ser el eje central del entrenamiento. Lo esencial debe ser el juego, se pueden agregar factores de acondicionamiento, pero siempre hay que tener en cuenta que el fútbol es diferente de lo demás: en el fútbol se aprende de lo más complejo a lo más simple, porque el juego es el maestro, y el juego es la situación más compleja”.
“Además, al menos en Argentina, veo entrenadores quejarse sobre la falta de compromiso del jugador, que faltan a las prácticas, y todo eso. Lo gracioso es que los jugadores faltan a los entrenamientos para ver a sus amigos, ¿para qué? ¡Para jugar al fútbol! Porque se aburren en las prácticas esquivando conos. Ellos vienen a jugar”.
Ambos coincidieron en este último punto. “Pasé 40 años de mi vida preguntando a los jugadores más talentosos cómo aprendieron a jugar”, explicó Signorini. “Todos, incluido Diego Maradona, respondieron ‘Jugando todo el día, con mi padre, mis amigos, contra la pared, con quien sea y cuando sea'”. Luego, Rubén rió y agregó: “Algunos meses atrás estuve con Ariel ‘Burrito’ Ortega. Qué gambeteador era… Entonces le pregunté cómo lo hacía, cuál era su técnica. Sabía qué me iba a responder. Me miró y me dijo con una sonrisa en la cara ‘Bueno… Pretendía ir para un lado y luego iba hacia el otro'”.
Finalmente, ambos concluyeron la idea de la siguiente forma: “El fútbol se intoxicó. Todos los micro ciclos, áreas funcionales, el gps por aquí, la máscara de oxígeno por allí… No digo que estén mal, pero hemos perdido el foco en lo más importante, que es la creatividad que enseña el propio deporte. Vemos a un chico de 16 años con un gps, gran corredor, pero si no puede parar la pelota, ¿cuál es el punto? Es por eso que no vemos tantos jugadores creativos. A mi modo de verlo, el futuro del fútbol está en el pasado”.
No estuve menos impresionado por el enfoque de Fernando sobre el acondicionamiento: “Hay que tener un enfoque general con los jugadores. No se trata sólo de su capacidad física. Como Mourinho dijo, entrenar sin el componente mental no tiene sentido”.
Para probar este punto, les pidió a dos voluntarios correr 100 yardas a máxima velocidad. Mientras lo hacían, comenzó a pedirles que resolvieran problemas mátemáticos básicos: “3 por 2, por 3, dividido 2. Pueden parar cuando sepan el resultado”. Ambos respondieron casi al instante.
Luego, pidió a los mismos voluntarios que jugaran un 1v1 con arcos pequeños, y mientras jugaban les repitió el desafío matemático.
Los voluntarios no pudieron llegar a la respuesta. “Estábamos muy ocupados, no podíamos pensar en la matemática”. “Verán -añadió Fernando-, el fútbol es diferente porque el componente mental está ahí. No es el mismo nivel de concentración que una simple exigencia atlética, entonces ¿por qué entrenamos basados en teorías arcaicas de atletismo y métodos? Eso no funciona”.
Luego dijo algo que me pareció genial: “No uso cronómetros, o tiempo o un número específico de repeticiones. Sin intervalos, sin Yo-Yo tests, nada. Creo en mis jugadores, tengo que hacerlo, y los entreno basado en sensaciones. Cuando trabajamos con 10, 15, 20 personas al mismo tiempo, ¿cómo determinamos la carga correcta? No todos tienen la misma capacidad ni parten del mismo punto, entonces la carga correcta la deben determinar ellos. Sigan adelante y, cuando estén cansados, paren”.
Lo complementó con una gran historia: “Aprendí esto con Diego. Él era naturalmente un jugador explosivo, en 20, 30 yardas, o a 100 millas por hora era letal, pero tenía poca capacidad para los aeróbicos superiores, 60 o 70 yardas a tres cuartos de velocidad. Esos esfuerzos eran muy complicados para él. El primer día trabajando como su ‘Personal Trainer’ lo llevé a un estadio y le pedí que corriera el Cooper test. Yo todavía seguía el manual. Él nunca despegó, corrió los doce minutos a la misma velocidad y cuando terminó se quedó parado, sacudiendo de un lado a otro su cabeza con ese pelo voluminoso que tenía, diciendo ‘esto no sirve, esto no sirve’, entonces me acerqué y le dije ‘Diego, sólo has corrido 2600 metros, un atleta top como tú debería correr al menos 3200!’ Aún mirando al piso, me respondió: ‘¿Ah, sí? ¿Y cuánto corre usted, Profe?’. Para desafiarlo le dije ‘Bueno, por lo menos 3000, como mínimo’, entonces él agarró una Gatorade, levantó la cabeza y caminó hacia mí, me dio la bebida y dijo ‘Bueno, entonces quizás deberías ser tú el que juegue el domingo’. Ese día entendí que estábamos haciendo algo mal”.
Comenzamos a reírnos.
“El jugador necesita entrenar movimientos de jugador. Velocidad, fuerza, se puede trabajar en conjunto. Todo el cuerpo, todo participa en el movimiento. Veo entrenadores que mandan a los jugadores al gimnasio. Trabajan en los cuádriceps como si hicieran levantamiento de pesas. Después, obviamente, el domingo se desgarran. ¿Qué esperaban? Ellos crearon esos desequilibrios musculares”.
Al final de aquella invaluable conversación, me dijo algo que no olvidaré: “Los jugadores te necesitan. Debes educarlos. Háblales de poesía, dales libros, música. Pregúntales sobre su vida personal, ellos quieren ser aconsejados. He trabajado con los mejores, Diego, Leo Messi… Los he visto jugar muy malos partidos, y no era, físico, ellos estaban tristes o preocupados por algo personal. Nunca subestimes el poder de colocar una mano en el hombro, el poder de un abrazo”.
Fue increíble ver esto en acción. Fernando trabajó en Venados FC, el equipo profesional de Mérida, hace algunos años. Me invitaron a ver un partido en el estadio con ellos. Cada persona, jugador, entrenador o staff del club que lo conocía se detuvieron a saludarlo. Todos estaban contentos de verlo. Todos recordaban algo que habían aprendido de él, dentro o fuera del campo de juego.
your text here
your text here
your text here
your text here
your text here
your text here
1 Comentario
[…] and learnt from Fernando “El Profe” Signorini and mentioned in the blog post “What I’ve learnt at the conference ‘Don’t Play Games With Soccer’ in Merida“, quoting […]